Si bien la vida es un concepto complejo de definir, existen características que, de estar presentes, nos permiten llegar a una clasificación apropiada de los sistemas vivos.
Un sistema vivo o biológico, comprende a aquello que se conforma por elementos específicos que le entregan a una molécula la calificación de orgánica (C, H, O, N, P), pero que además, es capaz de consumir energía, interactuar con su entorno, reproducirse, y entregar a sus descendientes información que les permita adaptarse al medio en que estarán insertos. A estas dos últimas capacidades descritas, es a lo que se conoce como autopoiesis (o capacidad de crear), éste término se usa para definir sistemas capaces de reproducirse a sí mismos.
Los sistemas, no sólo los biológicos, tienden al orden y al equilibrio entre sí y el medio en que están insertos. Al equilibrio por el que un organismo lucha por alcanzar es a lo que se llama homeostasis e implican sistemas capaces de autorregularse, mediante distintos dispositivos que se han generado o degenerado por causas referentes a la selección natural y adaptación de los seres vivos, como es el caso de los animales.
Se catalogará un sistema como "vivo" si posee las características de: ordenamiento, adaptabilidad, estabilidad, acoplamiento energético y empleo de un programa.
Una vez definido el concepto de homeostasis y autopoiesis, es posible notar que aparece intrínsecamente como regulación y autogeneración, respectivamente. Por lo tanto, debatir entre cuál de los dos es aquél que le da lógica a la vida es contradictorio. No es uno o el otro, sino ambos, los que definen en conjunto las cinco características previamente mencionadas a un sistema y, por ende, éste puede ser catalogado como vivo.